miércoles, 23 de enero de 2008

El mito de la exclusividad

Creencia de que el amor romántico sólo puede sentirse por una única persona (al mismo tiempo)

Cómo puedes querer dos mujeres a la vez y no estar loco ...
Corazón Loco
Antonio Machín

Con esta contundente sentencia, el cantante cubano condenó a media humanidad al manicomio. Porque si algo ha predominado durante la evolución de la especie humana ha sido la poligamia. Más la poliginia (un hombre con varias mujeres) que la poliandria (una mujer con varios hombres).
Estas relaciones fueron tan satisfactorias como lo podían ser en la monógama Europa de su época. Y los hombres y las mujeres se querían entre ellos tanto como en las parejas supuestamente exclusivas del viejo continente.
En esta época de revisionismo, algunos antropólogos pretenden hacernos creer que la especie humana es monógama por naturaleza y que, pese a lo que los propios afectados declaran, siempre existe la pareja. Armados de un amorómetro - cuya naturaleza técnica desconozco pero de gran eficacia según parece - siempre se tiene una relación más profunda con una de las mujeres – o de los hombres – que forman el harén.
Esto, aunque pueda parecer osado, me recuerda a mi infancia. En una ocasión, una señora de cuyo nombre no quiero acordarme, me preguntó lo siguiente: ¿A quién quieres más a Papá o a Mamá? Y yo respondí: A los dos. No satisfecha con la respuesta continuó el interrogatorio. “No, seguro que quieres a uno más que al otro” y yo volví a responder “no los quiero a los dos por igual”. Pero aquella señora volvió a la carga e insistió en la pregunta. A esas edades uno carece de las dotes oratorias necesarias para replicar a tal insistencia, así que decidí dejarla plantada y volver a jugar con mis madelman. Porque en realidad me hubiera gustado decirle: “Váyase usted a la mierda”.
Desde pequeños nos estimulan de forma constante a preferir una sola persona entre todas. En desear una unión trascendente, eterna y exclusiva en el seno de la pareja. Nos dicen insistentemente que algún día conseguiremos una unión tan fuerte que no desearemos estar con nadie más.
Esto lleva a los miembros de muchas parejas a aislarse de la familia y de los amigos. Un hecho nada reprobado y frecuentemente utilizado como prueba de amor verdadero. Pero la idealización de la exclusividad en la pareja tiene efectos muy negativos. Efectos de los que nadie advierte.
Según Serge Chaumier, autor de “El nuevo arte de amar” 1, la pareja – o cualquier tipo de relación entre personas. Esto es aportación mía - no puede escapar al segundo principio de la termodinámica. Como todo ente vivo necesita aporte constante de materia y energía. Si la cerramos al mundo exterior, deja de respirar y muere.
La muerte a largo plazo de las relaciones entre las personas es, muchas veces, consecuencia directa de la búsqueda del Santo Grial de la exclusividad. Se cierra la pareja, se buscan todas las gratificaciones dentro de ella y, con el tiempo, aquello se convierte en un esqueleto.
Actualmente ha habido un cambio en el discurso. Muchos manuales de autoayuda insisten en la necesidad de mantener y cultivar las amistades después de formar una pareja. Sin embargo estas relaciones deben mantener una distancia, no salirse de madre, nuca ser eróticas y mucho menos eroticoafectivas.
Cuando esto se da, por accidente o por voluntad, uno debe elegir entre quien conoce profundamente y quien está empezando a conocer. Si no se decide o es inmaduro, o tiene un problema psicológico o simplemente es un caradura.
Una persona que se atreva a declarar públicamente su amor por dos o más de sus congéneres es considerado un hereje. Consiguiendo que el Sanedrin de la Psicología se rasgue las vestiduras.
El Virus Romántico aprovecha toda esta coyuntura para colonizar nuestra mente pudiendo producir dos actitudes igualmente estúpidas. O bien refuerza la idea de profundizar en la relación a partir de aislarla del resto del mundo, consiguiendo así la total desconexión de al menos uno de los individuos. O bien fuerza a rupturas infundadas, únicamente por constatar el no haber llegado al grado de vinculación exclusiva deseable. Un grado que nunca podrá ser alcanzado, ya se encargará el virus de generar pensamientos cada vez más exigentes al respecto.
La realidad está muy lejos del ideal romántico de la exclusividad. Contradiciendo el discurso predominante, muchas personas establecen relaciones eróticoafectivas múltiples. La mayoría las mantienen en la clandestinidad por temor a las consecuencias y nunca las formalizan. Otras pactan pero disimulan ante la sociedad. Carmen Domingo, en su libro “Cada oveja con su pareja” 2 habla de ellas. Demostrando un respeto encomiable, por cierto. Y una minoría no tienen ningún problema en hacerlo público. Es el caso de la comunidad Polyamory http://www.polyamory.org/.
Parce que hay personas capaces de querer a dos mujeres o a dos hombres a la vez sin volverse locas. Quizá muchas más personas puedan y no lo sepan porqué han sido educadas en la exclusividad romántica.
No se si el modelo de relaciones de los polyamory se impondrá en un futuro más o menos cercano. Pero si creo que nuestro modelo de monogamia secuencial como búsqueda de una mítica unión exclusiva, está produciendo más perjuicios que beneficios. Se rompen muchas parejas por falta de flexibilidad, nuestras aspiraciones son demasiado rígidas y la vida en común demasiado larga. Nos faltan herramientas de negociación y nuestra educación cierra demasiado la mente, dejando un único modelo de relación amorosa. Y así a las personas se les hace muy difícil adaptarse a una sociedad cada vez más dinámica.

1. Chaumier, Serge. El nuevo arte de amar. Alianza Editorial. Madrid 2006. Pág. 184-191.
2. Domingo, Carmen. Cada oveja con su pareja. Ediciones Urano. Barcelona 2003. Pág. 63-81.