martes, 29 de diciembre de 2009

El síndrome de la concubina

En el anterior post, el dedicado al “pagafantas”, hablé de este personaje en masculino. Existirán ejemplos aislados en el sexo femenino, no lo dudo, pero la práctica totalidad de individuos que caen en este esteriotipo son varones.


Podemos considerar el comportamiento del “pagafantas” como un sídrome (el síndrome del pagafantas) porque es un conjunto de síntomas característicos. No llega a ser una enfermedad, pero puede llegar a provocar mucho sufrimiento en quien lo padece.

Dije también que la versión femenina del pagafantas era la concubina. Ambos síndromes tienen en común una tendencia irrefrenable a prestar servicios con la intención de conseguir un vínculo amoroso a largo plazo con una persona que, en el mejor de los casos, se muestra indiferente y el peor se aprovecha de la situación.

La concubina puede llegar a prestar los mismos servicios que el pagafantas pero añadiendo siempre los de un tipo: Los eróticos. Y los presta además con carácter exclusivo. Por su parte, el varón beneficiado por esta conducta, no se siente inclinado a respetar exclusividad alguna. Muy a menudo la concubina es el último recurso, cuando las demás fallan acude a ella. Al final la chica tiene todas las obligaciones de una esposa pero ninguno de los derechos. Y lo más penoso es que mantiene ese estado voluntariamente.

Antes de continuar me gustaría aclarar una cosa: Puede ocurrir, aunque yo lo veo muy difícil, que una persona esté contenta siendo con este tipo de relación. En ese caso no estamos delante de un síndrome, porque no le produce ningún tipo de malestar. Podemos hablar de alienación e incluso suponer que es un estado temporal, pero no lo podemos llamar síndrome.

Es un síndrome cuando la persona lo vive desde el sufrimiento y la ansiedad. La mayor, por no decir la casi totalidad, de las situaciones. No nos engañemos.

Si miramos bien a nuestro alrededor reconoceremos a más de una mujer con “síndrome de la concubina”. Viven en la esperanza de conseguir ese vínculo ofreciendo relaciones eróticas, siguiendo la creencia, ampliamente extendida en nuestra sociedad, de que el Erotismo es el pegamento mágico de la pareja. O bien esconden la cabeza debajo de la tierra para no ver, o bien se pelean con la demás “zorras” pero nunca ponen en duda el comportamiento de “su hombre”.

Como en el caso del “pagafantas” es difícil no aprovechar la situación, al menos temporalmente. Se necesita una cierta altura moral para desengañar a la concubina y no todos los varones la tienen. Pero no demos olvidar que la principal responsable de esa situación es la concubina. Al fin y al cabo ella continúa con esa relación asimétrica por propia voluntad. Dejando a parte las coacciones culturales propias de cada sociedad, claro.

Pero ¿Qué impulsa a una mujer hacia este callejón sin salida? La coacción cultural puede influir, no puede negarse. En muchos grupos humanos este comportamiento se ve como una acción positiva e incluso como una bonita prueba de amor. Sin embargo muchas mujeres sufren la misma influencia y no todas terminan así.

En mi opinión es necesaria una infección romántica de primer orden. Sólo así puede entenderse esta enuncia a la dignidad y esta exaltación del sufrimiento. Porque al virus romántico le gusta mucho el sufrimiento humano. Toda su maquinaria parásita se pone en marcha para guiar la voluntad hacia metas imposibles e inútiles. Pero además, si el camino hacia ellas está lleno de sufrimiento, mucho mejor.

Basta una ojeada a las novelas, obras de teatro, películas y canciones de temática romántica para darse cuenta de la preferencia por el sentimiento inútil de sus autores. A menudo envuelven en lirismo historias terribles y desgarradoras. No niego que esto tenga un valor artístico, pero no es una buena guía para la vida real.

Pero la infección romántica por si sola no explica este comportamiento al cien por cien. Además de esta tendencia romántica a buscar el dolor – muy similar, por cierto, a la actitud que adoptan los fieles de determinadas religiones que ven en el sufrimiento un camino de salvación – es necesaria la activación del virus patriarcal.

La actividad conjunta de ambos virus. El romántico suspendiendo el espíritu crítico y guiando a la persona hacia objetivos inútiles por un lado. Y el patriarcal fomentando pensamientos como: “Una mujer decente tiene un solo hombre”, “si haces lo que él quiere tarde o temprano terminará valorándote”, “los hombres se van con guarras pero se casan con las fieles”, “si no atrapas a este serás una fracasada”, “Ojo, que se te pasa el arroz” (Este mensaje lo genera el virus patriarcal continuamente desde los 18 años. Y si no lo hace la propia mente, el entorno se encarga de activarlo a la mínima ocasión.)

El destino de la concubina, como cualquier destino romántico, acostumbra a ser patético cuando no trágico. Sus sacrificios resultan vanos, normalmente el fulano termina con otra y ella se queda sola y desconsolada. Habiendo, además, desperdiciado los mejores años de su vida detrás de una quimera.

Bueno, ella dirá alguna excusa del tipo “no es tiempo perdido si se ama de verdad” o “he sido feliz, a mi manera” ¡Pamplinas! Son excusas y es mejor desengañarla cuanto ante mejor. Porque el virus romántico puede reinfectar a la misma persona varias veces en su vida. Pero el pensamiento crítico puede ir bloqueando vías de entrada. Sería interesante no tropezar dos o más veces con la misma piedra.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Pagafantas

La película de Borja Cobeaga, protagonizada por Gorka Otxoa (el dentista de “Cuestión de sexo” y la actriz argentina Sabrina Garciarena, me viene genial para hablar de uno de los síntomas más característicos de la infección romántica: La perdida del contacto con la realidad.



El individuo – en este caso hablo en masculino a propósito, ya veréis porqué – se fija en una chica y decide seducirla. Pero en lugar de usar las técnicas ad oc para tal fin elige hacerse su amigo. O mejor dicho: Se comporta de tal forma que la interdicta únicamente puede verlo como un amigo, un amigo y nada más.

Por desgracia en nuestra sociedad la amistad y el Erotismo están reñidos. Al menos en las primeras fases del encuentro. Nadie se acuesta con su amigo, puede que se hagan amigos después de acostarse y decidan continuar teniendo relaciones, pero es muy raro el proceso contrario. Pero esta temática es más apropiada para erotismogastronomico, ahora quiero centrarme en la figura del pagafantas, verdadero objeto de este post.




El pagafantas va más allá del típico panoli. Niega la realidad, intuye por donde van los tiros pero prefiere persistir en su error. El pagafantismo podría definirse como una cronificación del panolismo. Uno puede hacer el panoli una vez, no hay nada malo en ello, pero cuando decide perder un año o más siguiendo un imposible podemos ya hablar de patología. Y me temo que detrás de esta patología está nuestro amiguito el virus romántico, es uno de sus modus operandi predilecto. El chico se fija en una chica inasequible para él y se enamora de ella. Hasta aquí todo correcto, a todos nos ha pasado.

Pero con esto no basta para convertirse en un pagafantas. Es necesaria la intervención del virus romántico para desactivar todas las defensas del sentido común. Si la chica elegida por el candidato a pagafantas no es una buena persona y no hace nada para desengañarlo, puede disfrutar de un criado gratuito por mucho tiempo.

Normalmente se hace hincapié sobre la chica en cuestión. Se la considera una aprovechada y una gorrona, pero a veces se requeriría de una bondad angélica para despreciar una fuente de autoestima gratuita y casi inagotable.

Tenemos una visión demasiado indulgente hacia las locuras que se hacen para conseguir el amor de una persona. En otros aspectos de la vida no somos, ni de lejos, tan comprensivos. Por eso cargamos toda la responsabilidad en la chica, por eso y por la natural tendencia a considera a las mujeres como fuente de todos los problemas masculinos.

Pero el verdadero culpable de todo es el virus romántico. Él está detrás de la suspensión del juicio crítico y de la pésima percepción de la realidad. Instala su software generador de esperanzas infundadas y todo gesto, acto o palabra es interpretado por el sujeto infectado como una prueba de amor. A la vez introduce un sistema de inhibición del comportamiento agresivo impidiendo así cualquier paso o proposición más allá de los límites de la amistad asexual.

El pagafantas puede quedar en este estado mucho tiempo y perder muchas oportunidades. Quizá tenga alguna aventurilla erótica – en los casos más extremos ni eso – pero sin vincularse, su corazón pertenece a esa chica. Chica cuyo interés en tener una relación sentimental con él es negativo. Sí, lo habéis entendido, negativo. Por debajo de cero. Porque si alguna vez siente la más mínima inclinación a transformar en romance esa “bella amistad” se reprimirá en aras de conservarla.

¿Qué puede hacer el pagafantas? Y, sobre todo ¿Qué puede hacer su entorno? Todo individuo afectado por un ataque agudo de romanticismo es prácticamente incapaz de tener cura de si mismo. Quizá un ataque de lucidez pueda devolverlo a la normalidad. Pero estos son más bien escasos.

Los amigos, compañeros y familiares pueden ser de gran ayuda. Las collejas morales – y a veces físicas- pueden ayudar, también las reflexiones y los razonamientos. Eso sí, aconsejo armarse de santa paciencia, el individuo atiende muy poco a razones. Muchas veces tendremos que asistir a patéticas explicaciones sobre gestos, miradas, pistas en definitiva. Lo importante es ser constante, no dar el brazo a torcer. La infección romántica sufre altibajos, si pillamos al virus en una fase poco activa quizá podamos introducir algo de sentido común. Es difícil, pero hay que intentarlo.

El pagafantas termina curándose. La realidad es tozuda y ya sea porque la chica se empareja con otro, porque la chica lo desengaña o porque se desengaña el solito, el individuo desiste en su actitud.

Tiene entonces una oportunidad de deshacerse del virus romántico, cuanto menos de inactivarlo por una temporada. Y de darse cuenta que no se puede, por desgracia, conseguir el amor de una mujer a través de su amistad. Que eso sólo ocurre en las películas. Es por su carácter excepcional por lo que forman parte de argumentos cinematográficos. Es muy raro ver la normalidad reflejada en la gran pantalla.

Las cosas deberían ser diferentes, pero no lo son. La amistad con una chica es una vía muerta. Si queremos llegar a su cama debemos escoger otros caminos. Después si imprescindible buscar la amistad. Pero antes nanai.




Por cierto, como ya he advertido más arriba, he asignado el sexo masculino al pagafantas. No conozco ninguna mujer pagafantas, al menos en el ambiente heterosexual. Quizá exista alguna pagafantas lesbiana, lo desconozco. Sin embargo estoy dispuesto a enmendar el error, si lo hubiere, en cualquier momento. Lo más cercano al pagafantas en el sexo femenino es la concubina, pero de ella hablaré en otro post.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Se me olvidó otra vez

Estamos ante un claro caso de parálisis inducida por la infección romántica. El individuo ha entrado en un profundo estado de alelismo patético y ha decidido tirar su vida por la cloaca. Porque sólo de desperdicio por la propia existencia puede explicarse semejante  actitud.
Una de las formas de afectación de la mente por parte del virus romántico es la promoción del pensamiento obsesivo. La perseverancia es buena, nadie lo niega, pero la perseverancia en objetivos inútiles o ilusorios es locura.
El amor es una relación basada en el apego mutuo entre dos personas. Mutuo, mutuo ¡Mutuo! A ver si nos enteramos. Si una de las dos no tiene interés no es amor. Es patetismo obsesivo, pero no amor.
Pero analicemos la canción estrofa por estrofa. Porque tiene miga.

Probablemente ya
De mí te has olvidado
Y mientras tanto yo
Te seguiré esperando


El individuo ve, hasta cierto punto, la realidad. Conoce el olvido al que la otra persona lo ha relegado. Pero lejos de pasar página y buscar una sustituta, opta por la peor de las estrategias: Esperar.
¿Esperar a qué? ¡Atontao! Si sabes que pasa de ti. Y además lo dice como un mérito. Soy el supermártir del amor. Soy capaz de todo por amor. Incluso a hacer el  ridículo más espantoso por nada.

No me he querido ir
Para ver si algún día
Que tu quieras volver
Me encuentres todavía



Y además es un mártir sumiso y sin dignidad. Al virus romántico le encanta dejar a la gente sin dignidad. Algunas personas consideran hermosa esta forma de comportarse. Yo, francamente, no le veo la belleza por ningún lado.

Por eso aun estoy
En el lugar de siempre
En la misma ciudad
Y con la misma gente


Sí. Con unas personas que deben ya estar hasta la coronilla de que les pegues el coñazo. Porque el individuo infectado de vuelve melancólico y, no contento con su desgracia pretende extenderla a base de hablar y hablar y volver a hablar de su desgracia. No lo consigue, pero es muy pesado.

Para que tú al volver
No encuentres nada extraño
Y seas como ayer
Y nunca más dejarnos



Además de patético nuestro héroe - o heroína-  romántico es un iluso ¿Qué le hace creer en que aquel que lo abandonó se va a quedar para siempre? Inútil es decirle al panoli este que nada puede ser como antes porque, entre otras cosas, las personas cambian. Pero, en fin, seguramente hacerle estas reflexiones a una persona en semejante estado de alucine mental debe ser como tirar margaritas a los cerdos.

Probablemente estoy
Pidiendo demasiado
Se me olvidaba que
Ya habíamos terminado

Que nunca volverás
Que nunca me quisiste
Se me olvido otra vez
Que solo yo te quise


Al final parece tener algo de lucidez y se da cuenta del problema: Lo han dejado. Es evidente que esta situación no le gusta en absoluto, pero en lugar de hacer algo para solucionarla se queda parado esperando un milagro.
Hasta ahora habíamos visto como el virus romántico movilizaba las energías del individuo hacia la consecución de objetivos inútiles e incluso perjudiciales. Este caso representa otro efecto nefasto: La parálisis vital. Cuando la realidad se impone a la mente infectada, detiene toda actividad autoconvencida de la segura intervención de algún poder mágico que solucionará el problema. En este caso el o la panoli se queda esperando la acción mágica del amor.
Pero esta no llegará, entre otras cosas por lo que dice la última frase “solo yo te quise”. No era una relación de amor, era de dependencia. Si nunca hubo interés de verdad porque lo iba a haber ahora.
No ha sido mi intención destrozar una bonita canción, sino introducir un poco de crítica para desenmascarar la acción corrosiva del virus. A mí personalmente siempre me ha gustado y continuará gustándome. Es una buena canción pero tiene efectos secundarios. Conociéndolos y  sobre todo, combatiéndolos con el humor y la crítica, podemos estar tranquilos y disfrutar de ella sin peligro. 

sábado, 21 de noviembre de 2009

La conspiración del Universo



"Cuando una persona desea realmente algo, el Universo entero conspira para que pueda realizar su sueño. Basta con aprender a escuchar los dictados del corazón y a descifrar un lenguaje que está más allá de las palabras, el que muestra aquello que los ojos no pueden ver. " Paulo Coelho

Confieso que tras leer por primera vez este párrafo se me escapó un leve Mmmm… Pero no era una onomatopeya fruto de mi mente absorta ante la sabiduría de tan excelsas palabras, se trataba de un acrónimo. Un acrónimo de “Menuda memez más mema”. Y no incorporo otra palabra que empieza también por M porque soy educado. Pero una cosa es la educación y otra el pasotismo. Y sería imperdonable por mi parte no criticar tamaña sarta de tonterías.
Vamos a ver si crecemos un poco y empezamos a ver la realidad como es. Esta visión del Universo como cómplice de nuestros deseos cuando estos son muy intensos es de un infantilismo atroz. Sólo un cerebro triturado por la acción del virus romántico puede llegar a idear semejante majadería.
No se habéis tenido la oportunidad de hablar con alguna persona que haya logrado algún objetivo en su vida: Crear una empresa, un viaje, una escalada, un campeonato o simplemente salir con la persona de la que estaba enamorada. Pero si lo hacéis algún día, estoy seguro en un noventa por ciento que no os trasmitirán precisamente esta idea. La inmensa mayoría tiene la impresión de todo lo contrario.
Si de algo puede estar uno seguro es que el Universo se conjura para poner todo tipo de pegas a cualquier proyecto ideado por un ser humano. Sólo la constancia y la voluntad son capaces de vencer esa resistencia. Y muchas veces incluso manteniendo una férrea voluntad el único premio es el fracaso.
La segunda parte, la de “los dictados” del corazón es aún peor. Porque uno puede llegar a pensar en la primera frase como en una forma de animar a la gente. “Sigue insistiendo, porque en tu esfuerzo encontrarás la recompensa”. Sin embargo todo se estropea cuando hace una apología del Romanticismo en su forma más perniciosa.
Si algo asegura el fracaso en cualquier empresa humana es el atender únicamente a los consejos de la emoción. Porque la emoción busca siempre resultados a corto plazo. Te insta a cumplir con el deseo por encima de todo, incluidos tus valores. Es, por lo tanto, un muy mal consejo decirle a las personas que sigan los dictados del corazón.
El “New Age”, producto de las mentes resacosas de hippies y demás experimentadores de los años sesenta, es una corriente de pensamiento – si se puede calificar de tal – que combina la visión de mundo con un sentimentalismo exacerbado. Exactamente la misma visión de los románticos.
Para estos “pensadores” si uno no pone nunca en duda sus sentimientos consigue el éxito en la vida. Porque el Universo, un ser inteligente y bonachón, es partidario de la gente irreflexiva que toma decisiones dejándose llevar por la pasión y sin atender a razones.
Debemos vacunarnos ante estas influencias. Por supuesto está muy bien perseguir un sueño, pero no cualquiera. Creo que la mayoría hubiera estado muy agradecida a la persona que hubiera convencido a Adolf Hitler de no seguir su sueño de  “La Gran Alemania”. Tampoco admiraremos a un amigo que quiera convertir en realidad el sueño de examinarse sus propias entrañas abriéndose la panza con un cuchillo. Vamos, yo quisiera tener amigos que me lo quitaran de la cabeza.
Vuelvo a insistir e insistiré hasta hacerme pesado. Debemos someter a crítica cualquier emoción o sentimiento. Porque por algo nos ha dotado la Evolución de unos bonitos hemisferios cerebrales, sería una pena desperdiciarlos. “Ir donde el corazón te lleve” puede ser una mala estrategia porque el corazón puede llevarte a la muerte o peor: A dedicar toda tu vida a conseguir un objetivo inútil.

lunes, 26 de octubre de 2009

Cariño y Romanticismo

¿Quién no ha oído en algún momento la expresión: Qué poco romántico eres? La escribo en masculino porque son las mujeres las más quejosas en este sentido, pero también hay hombres que lamentan esta carencia de sus parejas.
¿Es correcta la expresión? ¿Realmente estas personas querrían vivir con un ser romántico? Creo que no.
Lo que la cultura popular denomina como romántico es en realidad el conjunto de actitudes y comportamientos encaminados a demostrar aprecio o amor a una persona. Algo natural y deseable en todas las relaciones humanas, pero imprescindible cuando estas son íntimas.
El problema es, como siempre, nuestro querido enemigo el virus romántico. En su propósito de confundir al máximo la mente racional de las personas, las hace percibir cualquier manifestación de cariño o afecto con una promesa de amor eterno. De esta manera idiotiza de tal forma al individuo que este va por el mundo viendo amores inmortales en cada sonrisa, en cada gesto amistoso y en cada palabra agradable.
Y si produce estas reacciones tan extremas ante demostraciones tan poco efusivas, no es difícil imaginar los efectos devastadores de una noche loca. Por eso muchas personas pierden la cabeza y la dignidad cuando, según ellas, inician una “bonita historia de amor” tras echar un polvo y, a veces, incluso antes.
Pero el virus romántico tiene otro efecto igualmente negativo: Crea resistencias. Los individuos no infectados o con el virus bajo control observan esas reacciones con estupor y se blindan. No es de extrañar que una persona expuesta a dos o tres reacciones exageradas vaya con mucho cuidado en demostrar cierto tipo de sentimientos. Sobre todo porque normalmente la gente lleva mal el ver sufrir a los demás, si para mayor INRI la culpan de ese sufrimiento la experiencia es aún peor.
Como este blog intenta encontrar formas de combatir al virus o, como mínimo sus efectos, propondré algunas estrategias. Depende cada uno seguirlas o no.

Para el grupo de los sanos resistentes

Si usted tiene dificultades para demostrar cariño por esta causa intente desbloquearse. Usted no es responsable de las reacciones exageradas de la otra persona. Como ya he dicho antes demostrar ternura no conlleva ningún tipo de compromiso. Usted seguramente le habrá acariciado el pelo a un niño o le habrá hecho monerías, pero no por eso se considera su padre.
En algunas ocasiones, más de las deseables, este bloqueo continúa incluso cuando ya se ha establecido una relación amorosa. Es una lástima, porque el cariño y la ternura hacen más llevadera esa cruz que Orcar Wilde decía que era el matrimonio. (Tan pesada que a veces era necesario llevarla entre tres).

Para el grupo de los infectados

Si usted tiende a ver relaciones eternas donde no las hay, a considerar todos sus ex amantes como personas execrables y manipuladoras porque no quisieron comprometerse para toda la vida la primera noche o cree que la vida es injusta porque está llena de personas incapaces de sentir pasión infinita desde el momento de conocerse o incluso antes, seguramente está infectada.
No pasa nada. Salvo en casos muy excepcionales el daño es reversible. Su cerebro es perfectamente capaz de reparar las averías, sólo debe recurrir a su razocinio y analizar el problema desde otra perspectiva.
El amor, el de verdad, llega con el tiempo. Las películas de Hollywood son eso, películas. Ninguna de las personas que han tenido una relación amorosa toda su vida llegó, si quiera, a imaginar al principio cuanto iba a durar.
Relájese y disfrute de la vida. Es difícil, lo se, pero con esfuerzo seguramente lo logrará. Las primeras embestidas son las más difíciles, las ideas parecen brotar de no se sabe dónde y colonizan la cabeza poco a poco. Es este el momento de parar, respirar profundo y pensar: Si ni siquiera lo conozco. Frene las expectativas y trátelas como lo que son, cuentos de la lechera.
Es cuestión de paciencia, con el tiempo tendrá menos razones para pensar “Ni siquiera lo conozco”, será entonces cuando podrá decir que ha empezado a querer a la otra persona.
El amor es un conjunto de sentimientos. Y como todos los sentimientos tienen una parte emocional pero otra intelectual. La emoción pura, tan valorada actualmente, no lleva a nada. Si no le pone contenido es muy fácil de caer en el Romanticismo y acabar haciendo el ridículo, o algo peor.

He escrito esto con cariño y para quitar hierro al asunto. Si alguien se ha visto reflejado, por favor que no se enfade. A veces una mirada irónica puede ser el mejor de los regalos.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Virus residente

En cuanto el cuerpo detecta la presencia de un agente infeccioso el Sistema Inmunitario pone en marcha su maquinaria con el objetivo de eliminar la amenaza. Normalmente lo consigue, pero en determinadas ocasiones tan sólo logra mantener el enemigo a ralla.
Algunos virus, como el causante del herpes labial, permanecen en este estado toda la vida del individuo. Son virus residentes, pueden estar meses e incluso años sin producir ningún síntoma. Cuando ocurre una bajada de defensas – Fruto del estrés, por ejemplo - el “prisionero” se expande de forma local y breve si la bajada es circunstancial o por todo el organismo si es permanente.
Lo mismo ocurre con nuestros virus mentales. Durante la infancia colonizan el cerebro. Después, al desarrollarse la capacidad de crítica se van atenuando. Llega un momento, cuando tenemos una cierta edad, en que si la educación recibida ha sido la correcta el virus queda atenuado. Pero atenuado no quiere decir exterminado. Continúa estando, latente, esperando la caída de la defensa racional.
En dos post del 2007, concretamente:

http://antiromantica.blogspot.com/2007/05/variedad-patriarcal-primera-pandemia.html

http://antiromantica.blogspot.com/2007/06/variedad-patriarcal-segunda-pandemia_04.html

hablé de dos pandemias producidas por la variedad patriarcal del virus romántico. He de reconocer que estaba equivocado. Mi propia observación y la lectura de “La conjura de los machos” de Ambrosio García leal http://www.erotonomia.com/bibliografia/libros/laconjuradelosmachos.html me ha hecho llegar a la conclusión de que estamos delante de una especie, no de una variedad.
Al mezclarse los síntomas dando lugar a comportamientos por un lado estúpidos y por otro claramente machistas, me daba la impresión de estar frente a una variante. Ahora debo revisar mi argumento. La ciencia es así.
El virus patriarcal fue descrito por este autor en 2005. Se trata de un virus mental altamente infectivo cuyo efecto más pernicioso es activar el deseo enfermizo de controlar la sexualidad femenina con el único propósito de asegurar que la descendencia de su pareja es suya y sólo suya. Tiene su origen en un momento de la Evolución, concretamente cuando el macho humano relaciona coito con reproducción.
Este virus embotó la mente de hombres y mujeres dando lugar a una sociedad machista donde las hembras pasaron a ser propiedad de sus maridos, padres o dioses, dejando algunas para disfrute público: Las prostitutas.
Hasta bien entrado el siglo XIX no empezaron los individuos de nuestra especie a liberarse de esta infección. Desarrollando argumentos filosóficos y políticos consiguieron atenuar, que no eliminar este virus de sus mentes. En la actualidad, aunque no todas las personas consiguen dominarlo, existen más y mejores defensas contra el virus patriarcal.
Pero todas estas defensas flaquean cuando del individuo sufre la infección romántica. El sistema de crítica racional se ve afectado de forma muy notable, tanto que a veces se suspende el juicio.
La bajada de defensas racionales deja al virus patriarcal vía libre para volver a colonizar la mente. Se manifiestan entonces ideas y sentimientos de corte machista que antes ni siquiera se nos ocurrían.
Es muy frecuente ver comportamientos machistas en los individuos infectados por el virus romántico, tanto da si son hombres o mujeres. Se dan transformaciones ciertamente asombrosas. La mujer independiente y concienciada, segura de si misma se vuelve, de golpe y porrazo, en un monigote en manos de un chulopiscinas. El hombre liberal, tolerante e igualitario pasa a ser un “Otello” y ve cuernos por todos lados. Pero el filtro romántico evita cualquier juicio crítico y lo vemos como una bonita prueba de que están enamorados.
Y esto son banalidades al lado de las consecuencias realmente serias de este patógeno. Porque la enclaustración de las mujeres, el maltrato o el asesinato por celos tienen su origen en la educación patriarcal. Y esa educación la hemos recibido todos y todas. Un conjunto de ideas tóxicas de efectos letales para las relaciones entre las personas.
No todo el mundo responde de la misma manera. Si el sistema racional de crítica no ha quedado muy afectado, la mente puede volver a tener el dominio de la situación. Si consigue actuar a tiempo la infección se vuelve benigna, el virus vuelve al redil y el cerebro puede ya discurrir correctamente.
No existe cura contra la estas infecciones, o al menos yo no la conozco. Pero sí podemos reforzar nuestras defensas practicando una profilaxis a base de crítica y sentido del humor.
Humor, mucho humor. Es una de las claves. Tanto al virus romántico como al virus patriarcal les sienta muy mal el sentido del humor. Porque el humor desdramatiza, le quita trascendencia a las cosas y convierte a los mitos en cosas terrenales. Y la mitología es uno de los pilares del Romanticismo.
No se puede uno fiar de las cosas que no admiten una mirada humorística. Seguro que llevan gato encerrado. Reírse de comportamientos, frases, pensamientos o ideas románticas es una forma bastante eficaz de protegerse.

sábado, 12 de septiembre de 2009

La Romantización del amor

Uno de los puntos débiles de nuestra defensa contra el virus romántico nuestra equivocada concepción del Amor.
Antes de la irrupción del Romanticismo en la cultura europea el Amor era por un lado un ideal religioso y por otro un estadio al que se llegaba tras una relación de muchos años. Contrariamente a lo que muestran las películas de Hollywood, los miembros de matrimonios de conveniencia llegaban a establecer lazos de afecto muy fuertes, pese haber sido forzados al enlace.
La inmensa mayoría de las bodas eran acordadas, acordadas por las familias. Se encerraba así a dos personas en una institución para toda la vida, algo totalmente injusto.
No se si es natural o aprendido, pero los miembros de la especie humana tienen tendencia a buscar maneras de violar las normas sociales injustas. El adulterio, el rapto y la huída eran formas de enfrentarse a esta imposición.
Como el discurso sobre los derechos y la igualdad entre las personas no estaba muy desarrollado se recurrió a un diosecillo grecoromano llamado Cupido o Eros. Si un joven huía con una chica para no obedecer el mandato familiar este recurría frecuentemente a la pasión arrebatadora. También lo hacia el casanova de turno o la seducida, el marido o la esposa infiel, el sirviente que se relacionaba con la señora, el amo que tenía relaciones con la esclava, etc. Todos decían: “Me he enamorado” y se sentían aliviados.
Excepto en el caso de los cínicos esto era un proceso inconsciente, una especie de acuerdo social en plan “hecha la ley hecha la trampa”. En realidad estaban reclamando su derecho a emparejarse (o no) con quien les diera la gana, sin interferencia familiar alguna.
Poco a poco la norma social se fue aflojando. El “enamoramiento” corroía el férreo control paterno y social sobre la sexualidad de las personas. Algunos historiadores llegan a afirmar que una chica del siglo XVIII, pese a su educación estrictamente religiosa, tenía seguramente una sexualidad menos condicionada que una de principios del siglo XX. Para no hablar de una duquesa o una marquesa.
El dieciocho de Brumario de 1799 Napoleón Bonaparte daba por clausurada la Revolución Francesa. Con este golpe de estado se paraba en seco el progreso en derechos de las personas por un largo periodo de tiempo. Una ocasión propicia para la infección romántica.
Efectivamente, a partir de esta fecha empezó en Europa la primera pandemia de romanticismo. La suspensión de la crítica, la vuelta a las supersticiones y la fabricación de ideales inútiles marcaron la época.
Es en este período histórico donde se encuentra el origen de error. Faltos de ideales progresistas en los que gastar sus energías, millones de jóvenes se vieron a impulsados a buscar el amor a través del enamoramiento. La pasión, antes excusa para un cierto libertinaje, se convirtió en fundamento de la pareja. Los matrimonios de conveniencia empezaron a decaer ¡Los jóvenes se querían casar enamorados!
El virus romántico lo había logrado. A partir de entonces empezó a cundir la creencia según la cual la pareja debía durar lo que durara la fase de enamoramiento. La fuerza de este pensamiento provocó un ajuste en el sistema matrimonial. Se introdujo el divorcio para evitar desastres mayores como suicidios o asesinatos “por amor”. Hasta entonces las interferencias exteriores en la pareja se habían zanjado con amantes sin afectar a la duración del matrimonio.
Actualmente saludamos la concepción romántica del amor y la vemos como un logro del progreso social. Además, para colmo de despropósitos, hemos convertido al Erotismo en el pegamento mágico de la pareja. Tenemos fobia a las relaciones desapasionadas, en cuanto sentimos decaer el enamoramiento cortamos.
Es hora de darse cuenta de que la relación amorosa se apoya en la comprensión, el cuidado, el refuerzo de la autoestima, la empatía, el conocimiento mutuo, el reconocimiento de la igualdad y la autonomía personal (también en materia erótica). El Erotismo puede estar o no, pero no es en absoluto una pieza clave sin la cual se desmonta la pareja.
Es evidente que los miembros muchas parejas (o tríos o grupos) necesitan terapia, pero terapia contra el virus romántico. Tratar críticamente esta idea tan lamentable puede ayudar mucho a la felicidad individual. Una vez desaparecido el parásito mental seguro que la vida les parece más fácil.

jueves, 27 de agosto de 2009

Los candados del Puente Milvio


El virus romántico es capaz de transformar cualquier memez en un acto virtuoso. Si además la acción es inútil, peligrosa o perniciosa para el medio ambiente, mejor que mejor.
Este sin duda el caso de una bonita costumbre iniciada por un escritor de novelas altamente edulcoradas. Estoy hablando de Federico Moccia.
En su novela “Tengo ganas de Ti” los protagonistas sellan su amor (supuestamente para toda la eternidad) poniendo sus iniciales a un candado y poniendo dicho cando en el tercer farol del Puente Milvio, en Roma.
Federico Moccia decidió iniciar la moda imitando a los personajes de su libro. Como un cruel doctor Muerte cualquiera introdujo una mutación en el virus y este se diseminó de forma espectacular. Consecuencia: un monumento histórico del Patrimonio Nacioal Italiano víctima del vandalismo romántico. Miles de candados cuelgan del citado farol que ya ha caído un par de veces.

Estas cosas ocurren, actos incívicos en masa como las micciones nocturnas del barrio del Raval en Barcelona son un ejemplo. Pero lo realmente distintivo en este caso es la falta de crítica por parte del público en general.
Si una banda de punkis decidiera poner de manifiesto su admiración por algún cantante colgando imperdibles y cadenas del monumento a Giuseppe Manzini, una ola de indignación ciudadana se levantaría pidiendo la restitución de la dignidad de uno de los padres de la patria italiana. Pero como se hace en nombre del amor todos exclamamos: ¡Que bonito!
Y luego está el simbolismo ¿Qué es esto de simbolizar la pareja con un candado? Las relaciones entre las personas que se quieren deben basarse en la libertad de romper en cualquier momento. De otra forma no pueden considerarse relaciones amorosas.
Ya hemos visto los efectos sobre el pensamiento crítico de la infección romántica. Con la suspensión, esperemos que temporal i reversible, del juicio emergen aquellos tópicos inoculados en nuestra mente por la educación. Y en nuestra cultura, no lo olvidemos, la pareja se considera como un ente cerrado y eterno, aún resuena en nuestra mente el “hasta que la muerte los separe”.
Como siempre, el mejor remedio contra este nefasto virus es el espíritu crítico y el humor. Mucho humor, que no falte. Por favor, no os toméis estas cosas en serio.

viernes, 21 de agosto de 2009

Shakira



El último vídeo de Shakira ha producido un cierto revuelo entre el público en general. Las mentes bienpensantes de este país lo encuentran demasiado subido de tono. Algo bastante sorprendente porque los videos de la cantante acostumbran a tener un alto tono erótico.
¿Qué tiene este de especial? Me temo que la diferencia no está en la estética del vídeo, los movimientos sensuales de la artista o el body de color carne que insinúa desnudez. Creo que el problema está en la letra.
A los machitos de este país no les gustaba una Sahkira arrastrándose por el fango cantando “Contigo mi vida quiero vivir la vida” o diciendo a los cuatro vientos “Yo me propongo ser de ti”. Ahora deben haberse queda un poco pasmados con una estrofa como esta:
“Por fin he encontrado un remedio infalible que borre del todo la culpaNo pienso quedarme a tu lado mirando la tele y oyendo disculpasla vida me ha dado un hambre voraz y tu apenas me das caramelosMe voy con mis piernas y mi juventud por ahí aunque te maten los celos.”
O como esta:
“Llevo conmigo un radar especial para localizar solterosSi acaso me meto en aprietos también llevo el número de los bomberosni tipos muy lindos ni divos ni niños ricos yo se lo que quieropasarla muy bien y portarme muy mal en los brazos de algún caballero”
Hasta ahora en las canciones, al menos las más famosas, la chica se mostraba sexy pero pasiva, preocupada por conseguir el amor de un caballero, o a disposición del destino. En esta canción las cosas cambian. Resulta que la señora decide salir a buscar lo que no le dan en casa. Sin culpa ni remordimientos, sin esconderse, con la cara alta. Esto si es una verdadera trasgresión. Esto si le rompe los esquemas a más de uno.
Y es que el virus romántico nos tiene la cabeza comida con bellas durmientes a la espera de un caballero que las despierte. Como ya he dicho en otras entradas de este blog el romanticismo enreda los pensamientos y suspende el pensamiento crítico. De esta manera las ideas “de toda la vida” pueden permanecer en la mente de las personas sin peligro a ser sustituidas por otras de progresistas.
Este caso me recuerda el escándalo provocado por el vídeo de Pereza titulado “Margot” donde una chica tenía un encuentro íntimo con su vibrador. El problema no era el onanismo en si, era la visión de una chica pasándoselo muy bien sin la compañía de un caballero, por iniciativa propia y sin dar lástima. Vídeo que no os puedo insertar porque no deja Youtube, si fuera de un tío destripando a otro seguro que no habría tanto problema. Os dejo el link, espero que funcione. http://www.youtube.com/watch?v=JXEj8CfhWvk
Me alegra mucho que Shakira haya sacado una canción que produzca estos sentimientos, es una buena oportunidad para que los hombres reaccionemos y dejemos atrás prejuicios sexistas. Los inteligentes lo harán, los ceporros deberán esperar a otra oportunidad.
Por último quisiera decir que existen hombres (entre ellos me incluyo) capaces de aceptar que una señora tome la iniciativa sin por ello sentirnos en absoluto atacados en nuestra masculinidad. Todo lo contrario, es un alivio porque estar todo el día con la lanza en ristre salvando blancanieves es agotador.

sábado, 4 de julio de 2009

El Nacionalismo

Si en algo es tremendamente eficaz el virus romántico es en transformar ideas de progreso en auténticas patochadas. Ávido como está de empozañar el pensamiento con deseos de irracionalidad y magia consigue destruir toda idea racional, propiciando la aparición de los famosos monstruos que advertía Goya en su grabado sobre el sueño de la razón.
Una de sus víctimas ha sido la idea de nación. Un concepto incubado durante la Ilustración cuyo nacimiento data de 1789 cuando la "Nación Francesa" se autodesignó como soberana por encima del propio rey. Los ciudadanos y sus representantes asumían, al menos de forma teórica, la autoridad ejecutiva y el poder legislativo. Todo el Estado pasaba de estar al servicio del Rey y su poder absoluto al de la Nación y su poder democrático.
Por primera vez en la Historia el proceso de cambio iba a otorgar parte del poder estatal a los ciudadanos y no por privilegio o cesión real, sino por derecho propio. Este concepto de nación era progresista y transformador, un impulso hacia la modernidad.
Con la llegada de Napoleón y su posterior derrota el Antiguo Régimen volvió a apoderarse de Europa. Empezó entonces una pesadilla para todos aquellos ilustrados que habían puesto su esperanza en derrocar la sociedad estamental. Una pesadilla terrorífica y sangrienta. En todo el continente se desató la persecución de cualquier intelectual mínimamente progresista. La policía nacional de España tiene el triste honor de haber sido creada durante este período, que aquí se llamó “La década ominosa”.
Paralelamente a la represión de la ideología de progreso fue apareciendo una idea inofensiva y hasta agradable para el poder: El nacionalismo. Si la nación partía de un pacto democrático entre todos los ciudadanos, el nacionalismo creía ver las raíces del país en unos idealizados tiempos remotos. Tiempos heroicos en los que las damas suspiraban por sus caballeros y estos se sacrificaban por ellas y por la justicia.
El virus romántico encontró en los pensadores defraudados o en los inconformistas incapaces de organizarse, el caldo de cultivo donde crecer y parasitar los ideales democráticos. Empezaron a manifestarse poseídos por sentimientos patrióticos, a exaltar costumbres vetustas, a pensar en pasados gloriosos y, sobre todo, a sentir el espíritu del pueblo.
Si hasta entonces habían despreciado ciertas costumbres los campesinos por considerarlas supersticiosas, ahora las convertían en hermosas leyendas. Los bosques y caminos se llenaron de ridículos caminantes en busca de costumbres ancestrales para aprender a ser más alemanes, más franceses, más españoles o más catalanes que el resto de sus conciudadanos.
En lugar de preocuparse por las desigualdades y la injusticia rampante, los nacionalistas proponían la comunión espiritual de todos los habitantes del país. Así la nación, unida por fin, podría alcanzar la gloria eterna.
Como de la gloria ni se come ni se vive, los obreros y las clases medias sólo obtuvieron sufrimientos y penurias. Los poderosos, por su parte, vieron con muy buenos ojos esos movimientos de exaltación patriótica porque no ponían en duda su capacidad de liderazgo. Muy al contrario varios reyes y emperadores de mente estrecha e inteligencia escasa se vieron favorecidos al convertirse en símbolos andantes de esta nueva forma de nación.
Todos los países tienen monumentos a la irracionalidad y a la irrazonabilidad en forma de estatuas, cuadros, poemas y escritos patrióticos. Basta con ver un partido de futbol entre selecciones o entre clubs emblemáticos para darse cuenta de cuan infectado está el cerebro de algunas personas.
Inventar el espíritu de pueblo o de nación es una de las estupideces más graves que ha podido cometer el ser humano. Esta idea ha llevado a millones de personas a la tumba. No en vano el virus romántico es necrófilo.
No se si podremos librarnos alguna vez de esta pandemia, pero valdría la pena el esfuerzo, seguro que ha matado más gente que la que pueda matar el nuevo virus de la gripe A.

lunes, 16 de febrero de 2009

El principio de Eva

Confieso que hasta hace unos días yo vivía sumido en el más absoluto de los engaños. Creía sinceramente estar ayudando a la población femenina es su lucha por mejorar las condiciones de vida, a superar miles de años de explotación y a liberarse de las cadenas del Patriarcado. Pensaba que estaba luchando por propiciar unas mejores relaciones entre los seres humanos basadas en el respeto, la igualdad y el cariño.
Así pensaba yo hasta que vi la luz. Eva Herman y su libro “El principio de Eva” me abrieron los ojos. Fue con su lectura como me di cuenta que había sido seducido por el canto de sirena de cuatro feministas criptolésbicas. Había caído en el pozo de la desmasculinización y perdido mis referentes de hombre. Mi virilidad estaba hecha pedazos. En poco tiempo me vería meando sentado bajo el yugo de furibundas marimachos.
Y todo ese sacrificio para nada. Porque según la escritora el Movimiento Feminista no había traído más que desgracias a las mujeres. Antes – y no lo sabía, lo juro – vivían en el paraíso doméstico, aisladas de la crueldad competitiva del mundo laboral. Eran tratadas como reinas y podían desarrollar su instinto maternal, educar, criar a sus hijos, charlar con las vecinas, ir a la peluquería o comprar las provisiones en el supermercado eran algunos de los placeres de los que ya no gozan las mujeres en la actualidad.
El resultado de toda esa revolución sexual han sido familias desestructuradas, mujeres estresadas, niños con Síndrome de Alienación parental y miles, millones de hombres desorientados. Hombres castrados.
Bueno, supongo que quien me conozca habrá captado la ironía de las palabras expuestas hasta ahora. Ni el libro me gustó, ni me gusta la ideología de la autora y mucho menos sus soluciones.
Si hablo de él es para mostrar cómo el virus romántico actúa sobre las personas cuando carecen de defensas ideológicas suficientemente fuertes. Dificultades o retrocesos en el avance social pueden hacernos pensar en que el esfuerzo de generaciones anteriores por cambiar las cosas ha sido en vano. Es entonces cuando actúa el virus romántico. Idealizando esos tiempos pasados nos hace pensar en la necesidad de volver a prácticas y usos ya superados.
Ocurrió después de la Revolución Francesa, precisamente en el llamado periodo Romántico. Fue entonces cuando se creó esa concepción de la Edad Media llena de nobles caballeros dispuestos a batirse por honor y damas desvalidas ansiosas por caer en sus brazos. La Nobleza, desbancada del poder por la burguesía, intentaba convencer a los perdedores de la Revolución Industrial de la necesidad de volver al Absolutismo. El virus romántico contribuía a promover la involución infectando las mentes de las personas.
El Movimiento socialista, por su parte, intentaba crear una alternativa más justa sin volver a las instituciones medievales. En su himno más emblemático: La Internacional, puede leerse un canto al progreso frente a los involucionistas.

Una de sus estrofas dice así:
El pasado hay que hacer añicos.
Legión esclava en pie a vencer.
El mundo va a cambiar de base,
los nada de hoy todo ha de ser.
En estos tiempos posmodernos abundan los nostálgicos del patriarcado. Aprovechando el justo malestar de muchas mujeres, cuyas expectativas no se han visto cumplidas, intentan seducirlas para que abracen las viejas ideas, vuelvan a sus roles clásicos y renuncien a los logros conseguidos durante los últimos años del siglo XX.
Es natural que mucha gente se sienta defraudada, pero ese desanimo no es consecuencia de lo ya conseguido. Es fruto de un proceso detenido y algunos aspectos cambiado de dirección. La solución no está en que las mujeres vuelvan a ser como nuestras abuelas, está en conseguir la igualdad real entre los sexos. Es necesario hacer oídos sordos a los cantos de sirena de la caverna, vacunarse contra el romanticismo y avanzar hacia mayores cuotas de progreso social.