domingo, 4 de mayo de 2008

Películas de Meg Ryan

Si existe una agente diseminadora del virus romántico esta es sin duda la filmografía de la actriz Meg Ryan. Y digo su filmografía porque no puedo hacer responsable de estas fechorías a quien es un mero vehículo.
Ver este tipo de películas, incluso disfrutar de ellas, no es ningún problema. El problema puede venir cuando uno cree en la veracidad de sus argumentos. Si no estamos vacunados podemos sufrir una infección tremenda porque el virus romántico se encuentra agazapado, listo para saltar sobre nosotros, detrás de cada uno de sus fotogramas.
De entre todos estos films destaca por su inverosimilitud y tontería uno titulado: Kate and Leopold. A finales del siglo XIX, un duque venido a menos descubre la presencia de un “viajero en el tiempo” y lo sigue hasta el Nueva York de la actualidad. Hasta aquí puede parecer el argumento de un mala película de ciencia ficción.
La cosa deriva hacia una edulcorada película romántica cuando el tal Leopold se enamora de Kate (Meg Ryan), una publicista de cierto éxito. Él debe regresar a su época, para evitar un desastre cósmico, circunstancia que hace su amor imposible y llena de desgracia a los dos protagonistas.
Pero el “viajero del tiempo”, el que había seguido el duque, descubre a la muchacha en una de las fotografías tomadas durante se viaje al siglo XIX. Liando así la mente del espectador, que ya no entiende nada.
Kate debe ahora regresar al pasado para vivir un futuro de felicidad junto a su amor eterno. Un mérito nada desdeñable, porque con ese gesto renuncia a todas las comodidades de la modernidad y asume una condición subalterna. La de la mujer en 1874.
En nombre del amor romántico y del destino, una profesional de cierto éxito elige dejar su carrera para relegarse a un segundo plano hasta el fin de sus días.
Como he dicho al inicio de este post, no existe ningún problema en disfrutar con este tipo de películas. Lo malo es creérselas, sobre todo si quien lo hace es una mujer, porqué ese es el destino de quienes toman decisiones con la mente nublada por el virus romántico.
Desarrollar el sentido del humor, la ironía y la crítica es sin duda la mejor terapia para superar los efectos de la infección.