miércoles, 17 de marzo de 2010

Toda una vida: La canción del "masoca"

Uno de los efectos de la infección por virus romántico es  una distorsión de la realidad que nos hace percibir como deseable el sufrimiento y la sumisión.  La literatura romántica está llena de ejemplos de héroes y heroínas (aunque abundan más estas últimas) consumidos en una búsqueda de la agonía con tal de mantener en pie sus quimeras.
Es un estado de retroalimentación negativa:  Sufro porque persigo un objetivo imposible y  el sufrimiento me lo hace perseguir con más ahínco. Sólo la presencia de una patología puede mantenerlo en funcionamiento. De otra forma, el individuo, cejaría en su empeño, aunque sólo fuera por su propia seguridad.
En algunos individuos esta patología es  profunda, fruto de su educación o su genética. En otros, los contagiados por el virus romántico, es más superficial. En estos puede está indicado un tratamiento a base de ironía y humor, que tan buenos resultados parece dar.

Tomemos como ejemplo la canción "Toda una vida" de Antonio Machín. En apariencia se trata de un bonito bolero. Una canción tierna, amorosa, con una melodía que incita al baile agarrado. Nada peligrosa a primera vista.
Pero si la analizamos con más detenimiento podemos observar un mensaje de carácter masoquista nada inocente. Veamos:

Toda una vida. Me estaría contigo
No me importa en que forma.
Ni como ni cuando, pero junto a ti.

Esta primera estrofa nos indica el carácter masoquista del autor. Sólo un esclavo dispuesto a complacer a su ama (o amo, no sabemos su orientación) puede pensar algo así. Uno se lo imagina a cuatro patas, lamiendo las botas de su domina y durmiendo a los pies de su cama, listo para complacerla en cualquiera de sus deseos.

Toda una vida. Te estaría mimando.
Te estaría cuidando, como cuido mi vida
Que la vivo por ti.

A la aceptación de una vida condicionada por la voluntad de su am@, une el autor un servilismo extremo. Las personas que se quieren se cuidan, pero mutuamente. No están al servicio exclusivo y, nuca viven su vida sólo para servir a su pareja. Está claro, el esclavo es servicial, su am@ puede estar orgullosa. 

No me cansaría de decirte siempre,
Pero siempre, siempre,
Que eres en mi vida
Ansiedad, angustia y desesperación.

Esta tercera y última estrofa - En el resto de la canción se repiten las tres estrofas - es ya la confirmación de que nos encontramos ante un masoquista como la copa de un pino ¿Quién sino vería como mérito hacia su amad@ ofrecer ansiedad, angustia y desesperación? Vamos, a mí me viene una persona diciendo estas cosa y el que se angustia soy yo. No entra en mis planes  - y espero que tampoco en los de quienes lean esto - angustiar o desesperar a una persona.

Me atrevería a asegurar que el autor de la canción era furibundamente contrario al juego sadomasoquista. Me imagino su reacción indignada ante esta idea. Me respondería iracundo su disconformidad con tales prácticas. Y  me pediría no hacer comparaciones frívolas sin sentido. Alegando, sin duda, la seriedad de su trabajo.
Y tendría razón. El sadomasoquismo, si se practica como juego erótico, no tiene trascendencia. Todos los participantes están de acuerdo, a nadie se le engaña. Sin embargo confundir a la gente asociando sumisión incondicional con  amor sí es algo muy serio, porque induce a las personas a aceptar como pruebas de afecto comportamientos propios de la esclavitud.

El tratamiento irónico de focos infecciosos como este permite, además de neutralizar los mensajes tóxicos, disfrutar de lo positivo. "Toda una vida" tiene una melodía agradable y bailarla con una persona amada no implica ningún peligro. Si ambos se la toman en broma, claro.