domingo, 6 de julio de 2008

Sexismo en Nueva York

Muchos de vosotros os preguntareis qué tiene que ver una de las series de televisión supuestamente más transgresoras en materia erótica con el romanticismo. Pues precisamente esto, que su trasgresión es teórica, puramente teórica.Por si alguien la conoce “Sexo en Nueva York” es la historia de cuatro amigas, de las cuales una (Jesica Parker) es la protagonista y narradora. Capítulo tras capítulo asistimos a sus aventuras eroticosentimentales así como a las opiniones de cada una sobre el sexo y los hombres.Si atuviéramos en los años sesenta cuando oír hablar a una mujer de estos temas era un escándalo, podríamos hablar de una serie rompedora. Pero a principios de siglo XXI, un momento de verborrea sexológica generalizada, lo importante es el mensaje.Y el mensaje de esta serie no es precisamente liberal o progresista. De entrada no se trata de mujeres de clases precisamente populares. Sus vestidos de lujos, los "manolos" que acostumbran a calzar y las limusinas en las que viajan nos dan a entender un estatus social relativamente alto. El título sería más exacto si fuera algo similar a : "Sexo entre gente rica de Nueva YorK".Por otro lado los personajes protagonistas están basados en tópicos establecidos por el discurso machista y misógino. Tenemos a Charlote, la típica mosquita muerta caza-fortunas. A Miranda, la feminista marimacho, infantofóbica, incapaz de tareas domésticas y cuyas parejas son siempre hombres débiles. Samanta es la liberal, la desinhibida y la juerguista, pero también la superficial, la adicta a tratamientos de belleza y a la que termina normalmente en situaciones ridículas y humillantes.Queda la protagonista: Carrie. Una enamorada del amor de vocación de heroína romántica cuyo objetivo en la vida es combinar su obsesión por la moda con una historia de amor inolvidable. Es el personaje que marca todo el rato la frontera entre el erotismo para disfrutar (superficial y vacío) y el amor anhelado, que un día encontrará junto con la felicidad eterna.Destaca en la teleserie el tratamiento de los personajes masculinos. Siempre son el contrapunto razonable a la histeria de estas cuatro mujeres. Pueden ser niños grandes, buenazos, calzonzazos, ricos, pobres pero siempre tienen un poco más de sentido común que las protagonistas.En una frase: Si esto es feminista y liberal que baje Simone y lo vea.Si cuento todo esto nos es para hacer una crítica de la serie, sino para poner de manifiesto cuan traicionero puede ser el virus romántico. Incluso cuando se pretende romper con los convencionalismos y dar una visión lúdica y divertida del erotismo, pueden aparecer lugares mentales capaces de ser puntos de infección.Porque es necesario reconocer que en su arranque inicial la serie pretendía ser irónica, divertida y fresca. Empezó con diálogos y situaciones poco comunes, apostando por apoyar el derecho de las mujeres a tener encuentros eróticos simplemente para divertirse. Pero poco a poco se fue convirtiendo en una crítica de este comportamiento, dando en los últimos capítulos un mensaje contrario.Hace unos días se ha estrenado la película. No la he visto, pero si el director no ha tomado ninguna medida profiláctica contra el virus romántico, auguro una “muerte rosa” a lo que había sido, en cierta forma, un símbolo de la América liberal y progresista.