jueves, 12 de abril de 2007

El romanticismo es necrófilo


Soy consciente que esta afirmación puede sorprender. Pocas personas se dan cuenta, a primera vista, de este particular. Sin embargo, una reflexión más atenta no deja lugar a dudas.
Todas las novelas, canciones, discursos - chistes románticos no hay - o poemas hacen alusión directa a la muerte. Y no me refiero solamente a esas historias donde existe un final trágico y sanguinolento, Romeo y Julieta por ejemplo. También en narraciones de final feliz hay algún momento de necrofilia evidente.
Fijémonos en las letras de los boleros. En la inmensa mayoría los protagonistas "se mueren de amor", "se mueren por la persona", "se van a morir si los dejan" o "no pueden vivir sin ella", que según todos los estudios cientifícos equivale a palmarla.
Esta variante mutagénica del virus, la pronecrofílica, ha penetrado tanto en neustra cociencia que llega a ser casi un delito no manifestar la propensión al suicidio cuando uno siente amor o cariño por una persona. En lugar de disfrutar de su presencia y disfrutar de la vida en su compañia, los promotores del romanticismo, nos incitan a anticipar desgracias y padecimientos.
Pocas personas mueren por amor. Se entristecen, incluso se deprimen, pero no se mueren. Es más, el sentido común nos dice que si a una persona le ocurre eso, es porqué tiene un problema. Pero lo románticos se esfuerzan por hacer ver al resto del mundo lo contrario: si no mueres de amor es que no eres persona y tienes un problema

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