martes, 4 de septiembre de 2007

Tú de que vas

Presumiendo que lo sabe todo
me dice cosas que no suenan del todo bien
está tratando de seducirme
entre la marcha hay tanto ruido no le oigo bien

Empieza la canción narrando el encuentro de una chica y un presunto seductor en una discoteca. Digo presunto seductor porqué ni ella misma es capaz de asegurar al cien por cien que esa sea la intención del sujeto.
Como consecuencia decide aplicar el primer principio del ligue romántico: “Todo intercambio erótico debe darse de forma que la persona no se sienta en absoluto responsable”.
Este principio, consecuencia de una infección romántica seguramente ocurrida durante la niñez o la adolescencia tiene consecuencias diferentes en función del sexo:
- En un individuo XX produce pasividad y resistencia (eso si, pasiva). Si ha de terminar ocurriendo será por obra del destino, no por voluntad de la interpelada.
- En un individuo XY el efecto es totalmente contrario, estimula la actividad ignorando incluso cualquier pista de desinterés por parte de la otra persona. Se cree un agente del destino y, por lo tanto, responsable de que el encuentro llegue a buen fin.

Pelo hacia atrás, sonrisa retorcida
intentará abordarme por segunda vez
no se da cuenta que no me interesa
que lo que diga o lo que haga lo conozco bien

En esta segunda estrofa, la chica decide “hacerse valer” y aplica otro gran principio, aunque este es únicamente femenino: “El valor de una chica es directamente proporcional a las trabas que ponga a su propio deseo. Dejando así el máximo de responsabilidad en manos del destino”.
Desprecia el proceder del muchacho por previsible, no consigue engañarla. Algo del todo intolerable porqué de no cambiar las cosas, o bien ser verá obligada a tomar iniciativa (algo casi imposible para ciudadanas ibéricas) , o bien quedarse sin conocer a la persona que la está interpelando (lo más frecuente en estas latitudes) por muy deseable que esta le resulte.

Y no me hables de sexo seguro
ni plastifiques mi corazónya
estoy cansada de cuerpos duros
y mentes blandas que no saben de amor

Esta es la parte de moralina esteriotipada. En la primera estrofa parece atribuir al “condón” propiedades metafísicas que ni el mismísimo Santo Tomás de Aquino hubiese detectado, si hubiese conocido el artefacto.
La segunda es una queja general contra todos los hombres que solamente quieren una cosa. Es absolutamente inadmisible que una persona no quiera tener una relación para toda la vida tras un breve intercambio erótico, ¿dónde se ha visto semejante cosa? Si ella está deseando que ocurra ese milagro. Lleva toda la vida preparándose.
Es este un comportamiento propio de quien ha sido infectado. Todo virus intenta infectar otros huéspedes utilizando varias estrategias. En el caso de la gripe los estornudos y mucosidades cumplen esta misión con gran eficacia. El virus romántico, al ser de naturaleza mental, debe recurrir a otros procedimientos.
Así, el o la autora de la canción intenta difundir el romanticismo con la conocida treta conservadora de quejarse de la degeneración moral, por muy puritana que sea la sociedad. Acusa indirectamente a todos los individuos de comportamientos libertinos y amorales, cuando es perfectamente observable una actitud contraria en la mayoría de la gente.
Quejarse en este momento de la falta de romanticismo es, como mínimo, un sarcasmo.

Cuando tú vas... yo vengo de allí
cuando yo voy, tú todavía estás aquí
y crees que me puedes confundir
Y de que vas... mirándome atrás
ay que descaro, ahora me gustas más
y es que no me fío porque sé que tú me engañarás

Esta estrofa es todo un manifiesto a favor del acoso y la total ignorancia de la dignidad femenina. La protagonista, que tan dura se ha mostrado hasta ahora, empieza a valorar al seductor en cuanto este se ha saltado cualquier norma de educación y respeto. La chica continua quejándose de lo previsible de sus actos, lleva ya un buen rato mostrándose absolutamente pasiva y el sujeto a penas ha logrado impresionarla un pelo.
Pero el chico hace un movimiento inesperado. Pasando absolutamente de la voluntad de la protagonista decide actuar por cuenta propia y aplicar el principio misógeno por excelencia: “Las mujeres cuando dicen no, en realidad quieren decir sí”. Lo más sorprendente, sin embargo es que la chica reaccione positivamente ante tal conducta, convirtiéndose así en colaboradora de su verdugo.
En realidad no hace más que seguir al pie de la letra el primer principio del ligue romántico y delegar toda responsabilidad al destino. Así, si la cosa termina mal – o bien según se mire – podrá culpar a todo el mundo menos a ella.

Le vi una mueca casi congelada
reflejado está en su cara lo que dije de él
y como un rayo sólo dio la vuelta
me conquistó cuando me dijo que me equivoqué

Ahora la chica se da cuenta que se ha pasado. Una cosa es tentar al destino y otra muy diferente quedarse a dos velas. Y es que la “estrategia de la borde” tiene su límite. Pero el primer principio continua actuando y fuerza al otro contendiente – en este momento podemos hablar ya de un conflicto bélico – a resistir y continuar en la brecha.

Por fin preguntas como me llamaba
la verdad hubieses empezado con buen pie
comprenderás que yo no te conozco
pero me muero de deseo por besar su piel

He aquí una de las muestras de hipocresía más claras de todo el panorama musical actual. Resulta que la que hasta ahora ha estado rechazando una proposición por considerarla indigna de su persona. La que ha despreciado las muestras más o menos logradas de ingenio, se hubiera conformado con un “hola que tal” ¡Vamos hombre! , que no nos chupamos el dedo.
La canción continua repitiendo el estribillo ligeramente modificado por lo que puede considerarse la aportación más inteligente de toda la pieza musical: “dum dum, dubidum, dubidum. Yeah mm... dan dan dururu dan deee”.

Y no me hables de sexo seguro
ni plastifiques mi corazón
ya estoy cansada de cuerpos duros
y mentes blandas que no saben de amor

Cuando tú vas... yo vengo de allí
cuando yo voy, tú todavía estás aquí
y crees que me puedes confundir
Y de que vas... mirándome atrása
y que descaro, ahora me gustas más
y es que no me fío porque sé que tu me engañarás
dum dum, dubidum, dubidumyeahmm... dan dan dururu dan deee

Cuando tú vas... yo vengo de allí
cuando yo voy, tú todavía estás aquí
y crees que me puedes confundir
Y de que vas... mirándome atrása
y que descaro, ahora me gustas más
y es que no me fío porque sé que tu me engaña...sé que tu me engaña...sé que tu me engañarás

Este es un ejemplo de cómo el virus romántico puede llegar a dificultar la comunicación. A través de promocionar en las mujeres la actitud pasiva e infantil y en los hombres la falta absoluta de respeto hacia la voluntad femenina, consigue que toda relación se inicie en un plano de desigualdad.
Y lo más lamentable de todo esto es que se hace en nombre del prestigio y la reputación. La chica, que tan interesada estaba al inicio en conservar su autoestima, termina en manos de un manipulador lo suficientemente hábil como para hacerle creer que su sumisión es deseo. Un manipulador cuyo comportamiento no es del todo consciente y cuya intención no es el goce o el disfrute – como podríamos pensar – sino un aumento en su valía como seductor.
En otros tiempos, cuando la mujer estaba legalmente sujeta a un hombre, “dejarse llevar por la pasión” era una forma de escapar al control patriarcal. La falta contra el decoro cometida por una adolescente o una esposa podía ser excusada, con más o menos fortuna, apelando a un enamoramiento fruto del destino.
Sin embargo el virus romántico contaminó el concepto y lo transformó en una forma de buscar la subyugación de la mujer. Ahora esta fuerza poderosa e irresistible que servía para “echar una cana al aire” se ha convertido en una manera de conseguir que las mujeres renuncien a cualquier acción activa durante la seducción.
Esto las coloca en una posición de inferioridad, porqué quedan a merced del ímpetu y la osadía de de los hombres. Y esas dos actitudes no son, ni han sido nunca, sinónimo de destreza erótica ni de capacidad para mantener relaciones equilibradas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

es ben veritat que no t'has enamorat, si no no diries aquestes coses

Anónimo dijo...

Jordi, no le des muchas vueltas a una letra tan mala. Hay que oir más Sabina.