lunes, 21 de diciembre de 2009

Pagafantas

La película de Borja Cobeaga, protagonizada por Gorka Otxoa (el dentista de “Cuestión de sexo” y la actriz argentina Sabrina Garciarena, me viene genial para hablar de uno de los síntomas más característicos de la infección romántica: La perdida del contacto con la realidad.



El individuo – en este caso hablo en masculino a propósito, ya veréis porqué – se fija en una chica y decide seducirla. Pero en lugar de usar las técnicas ad oc para tal fin elige hacerse su amigo. O mejor dicho: Se comporta de tal forma que la interdicta únicamente puede verlo como un amigo, un amigo y nada más.

Por desgracia en nuestra sociedad la amistad y el Erotismo están reñidos. Al menos en las primeras fases del encuentro. Nadie se acuesta con su amigo, puede que se hagan amigos después de acostarse y decidan continuar teniendo relaciones, pero es muy raro el proceso contrario. Pero esta temática es más apropiada para erotismogastronomico, ahora quiero centrarme en la figura del pagafantas, verdadero objeto de este post.




El pagafantas va más allá del típico panoli. Niega la realidad, intuye por donde van los tiros pero prefiere persistir en su error. El pagafantismo podría definirse como una cronificación del panolismo. Uno puede hacer el panoli una vez, no hay nada malo en ello, pero cuando decide perder un año o más siguiendo un imposible podemos ya hablar de patología. Y me temo que detrás de esta patología está nuestro amiguito el virus romántico, es uno de sus modus operandi predilecto. El chico se fija en una chica inasequible para él y se enamora de ella. Hasta aquí todo correcto, a todos nos ha pasado.

Pero con esto no basta para convertirse en un pagafantas. Es necesaria la intervención del virus romántico para desactivar todas las defensas del sentido común. Si la chica elegida por el candidato a pagafantas no es una buena persona y no hace nada para desengañarlo, puede disfrutar de un criado gratuito por mucho tiempo.

Normalmente se hace hincapié sobre la chica en cuestión. Se la considera una aprovechada y una gorrona, pero a veces se requeriría de una bondad angélica para despreciar una fuente de autoestima gratuita y casi inagotable.

Tenemos una visión demasiado indulgente hacia las locuras que se hacen para conseguir el amor de una persona. En otros aspectos de la vida no somos, ni de lejos, tan comprensivos. Por eso cargamos toda la responsabilidad en la chica, por eso y por la natural tendencia a considera a las mujeres como fuente de todos los problemas masculinos.

Pero el verdadero culpable de todo es el virus romántico. Él está detrás de la suspensión del juicio crítico y de la pésima percepción de la realidad. Instala su software generador de esperanzas infundadas y todo gesto, acto o palabra es interpretado por el sujeto infectado como una prueba de amor. A la vez introduce un sistema de inhibición del comportamiento agresivo impidiendo así cualquier paso o proposición más allá de los límites de la amistad asexual.

El pagafantas puede quedar en este estado mucho tiempo y perder muchas oportunidades. Quizá tenga alguna aventurilla erótica – en los casos más extremos ni eso – pero sin vincularse, su corazón pertenece a esa chica. Chica cuyo interés en tener una relación sentimental con él es negativo. Sí, lo habéis entendido, negativo. Por debajo de cero. Porque si alguna vez siente la más mínima inclinación a transformar en romance esa “bella amistad” se reprimirá en aras de conservarla.

¿Qué puede hacer el pagafantas? Y, sobre todo ¿Qué puede hacer su entorno? Todo individuo afectado por un ataque agudo de romanticismo es prácticamente incapaz de tener cura de si mismo. Quizá un ataque de lucidez pueda devolverlo a la normalidad. Pero estos son más bien escasos.

Los amigos, compañeros y familiares pueden ser de gran ayuda. Las collejas morales – y a veces físicas- pueden ayudar, también las reflexiones y los razonamientos. Eso sí, aconsejo armarse de santa paciencia, el individuo atiende muy poco a razones. Muchas veces tendremos que asistir a patéticas explicaciones sobre gestos, miradas, pistas en definitiva. Lo importante es ser constante, no dar el brazo a torcer. La infección romántica sufre altibajos, si pillamos al virus en una fase poco activa quizá podamos introducir algo de sentido común. Es difícil, pero hay que intentarlo.

El pagafantas termina curándose. La realidad es tozuda y ya sea porque la chica se empareja con otro, porque la chica lo desengaña o porque se desengaña el solito, el individuo desiste en su actitud.

Tiene entonces una oportunidad de deshacerse del virus romántico, cuanto menos de inactivarlo por una temporada. Y de darse cuenta que no se puede, por desgracia, conseguir el amor de una mujer a través de su amistad. Que eso sólo ocurre en las películas. Es por su carácter excepcional por lo que forman parte de argumentos cinematográficos. Es muy raro ver la normalidad reflejada en la gran pantalla.

Las cosas deberían ser diferentes, pero no lo son. La amistad con una chica es una vía muerta. Si queremos llegar a su cama debemos escoger otros caminos. Después si imprescindible buscar la amistad. Pero antes nanai.




Por cierto, como ya he advertido más arriba, he asignado el sexo masculino al pagafantas. No conozco ninguna mujer pagafantas, al menos en el ambiente heterosexual. Quizá exista alguna pagafantas lesbiana, lo desconozco. Sin embargo estoy dispuesto a enmendar el error, si lo hubiere, en cualquier momento. Lo más cercano al pagafantas en el sexo femenino es la concubina, pero de ella hablaré en otro post.

No hay comentarios: