sábado, 21 de julio de 2007

Me muero

Como hemos visto en el caso de "Las tribulaciones del joven Werther" no existe mejor terapia contra el virus romántico que exponer nuestro el antígeno a nuestro sistema de defensa mental. Leer la crítica de un relato romántico antes de leer el texto nos puede prevenir de sus efectos. Sin embargo esto no es siempre posible y, muchas veces no es deseable. No queremos que nos cuenten el argumento de una película antes de verla, pierde todo interés. Además, el caso de los éxitos musicales esto es absolutamente imposible porque nos la colocan en la radio antes de que tengamos acceso a su letra. Nos queda, por lo tanto, la crítica a posteriori como único medio de evitar sus efectos desastrosos sobre nuestro cerebro. En esta ocasión he elegido una canción que está bastante de moda, cuyo título es ya un homenaje a la necrofilia romántica: Me muero.

Pido por tu besos
por tu ingrata sonrisa
por tus bellas caricias
eres tu mi alergia.

Con la primera estrofa podemos ya hacernos una idea tanto de enamorado como de su objeto de amor. Se trata de un ser religioso, no cabe duda, aunque no sabemos su confesión. Luego veremos que dicho se halla próximo a encontrarse con su creador, pero por el momento sólamente podemos concluir que es un apasionado creyente. Es una persona muy piadosa, beata diría yo, porqué en lugar de pedirle caricias y besos a la persona, se dirige a un santo o a un dios. Esto es algo poco usual porqué la mayoría de las persona piden cosas a otras personas, sobretodo si estas están en condiciones de dar. Pero además de creyente es extraño, porque su alegría depende de una sonrisa ingrata. Yo no se muy bien a que se refiere esto, pero diría que tiene un toque sadomasoquista nada deleznable. Alguien que sonríe de forma ingrata es un sujeto, cuanto menos, bastante cabrón. Uno llega a imaginarse un tipo sonriendo mientras nos explica que no va a devolvernos el favor que le hemos hecho. Pido que no me falles que nunca te me vayas y que nunca te olvides Que soy yo quien te ama El creyente continua pidiendo cosas a los dioses que muy bien podría exigir a la persona en cuestión. Y uno empieza a reafirmarse en las sospechas que dicha persona no es de fiar. Porqué sino las oraciones irían en este sentido. Si necesita rogar para que no se vaya o para que no la olvide es que estamos ante un sujeto que, como mínimo, no está muy convencido de la relación.

Que soy yo quien te espera
Que soy yo quien te llora
Que soy yo quien te anhela
los minutos y horas.

En este momento de la canción es cuando podemos asegurar, sin miedo a equivocarnos, que no estamos ante una relación amorosa equilibrada, es una relación de dependencia. El romanticismo quiere convertirnos a todos en seres dependientes, por eso cuando coloniza una mente la induce a componer alabanzas de este estado. Para un ser infectado por el virus romántico esperar, anhelar y llorar es el sumun de la felicidad. Los amores realizados, gozosos, cómplices e igualitarios son poco interesantes. Necesita sufrir, sufrir mucho y, sobretodo, sufrir por cosas inútiles. Porqué si algo es poco útil, para el individuo y la sociedad, es sufrir por el amor de una persona que no demuestra el más mínimo interés por nosotros. Este sufrimiento es muy distinto del originado por querer superar nuestros propios límites o el que podamos obtener defendiendo a un ser querido o una causa justa. Es un sufrimiento paralizante y autodestructivo cuyo producto es la más absoluta naderia. Recordemos que uno de los efectos más notables del virus romántico es desviar nuestra energía hacia objetivos irrealizables e inútiles.

Me muero por besarte
dormirme en tu boca
Me muero por decirte
que el mundo se equivoca

Esta estrofa viene a ser más o menos como la anterior. El individuo se empeña en continuar sufriendo. Ahora, además, nos damos cuenta que el resto de personas (el mundo) tampoco creen que la relación, o la supuesta relación pueda funcionar. Por lo tanto se trata de una persona bastante responsable de su sufrimiento, empeñada en continuar sufriendo sin sentido. Aunque todo el mundo, que no debería seguir por ese camino.

pido por tu ausencia
que me hace extrañarte
que me hace soñarte
Cuando mas me haces falta

Pido por la mañana
que a mi lado despiertes
enredado en la cama
hay como me haces falta.

El resto de la canción es más de lo mismo, una exaltación de la pasión no correspondida, de la autocompasión y el regodeo en la tristeza y la desesperación. A uno le entran ganas de darle un gorrazo y decirle: "¡Despierta, coño. Que la vida hay que disfrutarla!"

2 comentarios:

Anónimo dijo...

y de tanto pedir...se rompe el saco!
y de tanto llorar se inunda uno y el otro nada de alegría...no se puede pedir ni esperar, las cosas sale de uno mismo y si no salen es porque no están.Muy bueni este blog, claro, sincero y directo..

Anónimo dijo...

Qué tontería...el amor no debe hacernos sufrir...debería ser fuente de alegría y estabilidad personal! si te hace sufrir plántalo y sal corriendo mariposa! es real que todas las historias románticas nos hablan de amores tortuosos y dolorosos...si no duele no es amor...¡anda ya!